Pasaje a la india. (Edward Morgan Forster, 1924). El nacimiento del Estado Indio.
Lo que realmente define a un Estado es los derechos de sus ciudadanos y como se protegen.
Este segundo elemento, a menudo olvidado, es esencial, ya que es la que los hace realmente efectivo. Por lo tanto, lo tanto un sistema judicial-policial es esencial para su protección frente a otros ciudadanos y al poder, de la misma forma que lo es la defensa exterior.
En muchos caso los derechos de los ciudadanos de los primeros "proto-estados" estuvieron a punto de desaparecer por la amenaza exterior. La batalla de las Termópilas evidencia que pese la existencia de un sistema de alianzas y la heroicidad de los griegos su sistema de "ciudades-estado" era frágil y vulnerable.
Realmente, sólo cuando los estados son fuertes pueden asegurar su defensa. Ese avance se produce al final del siglo II a.de c. curiosamente de forma casi simultanea en en oriente, con el nacimiento del Estado Chino y en las riberas del Mediterráneo con la consolidación de Roma como gran potencia tras la derrota de su principal enemigo en el control de dicho mar. El primero permanece aún en nuestros días, mientras que el Estado Romano si bien desapareció se sucedió con la creación de una pléyade de estados tanto en Europa con el resto de continentes que hoy conocemos como Occidente.
En el conjunto del sistema así formado vive del orden de la mitad de la población del planeta, y mediante dos caminos muy distintos se puede considerar un éxito en el progreso de la humanidad tanto en términos ecológicos (crecimiento poblacional, esperanza de vida....) como de desarrollo integral de sus integrantes. Y ello con independencia de que aún sigan sin resolver muchas cuestiones referentes a las libertades públicas, la democracia o la profundización de determinados derechos.
¿Y que sucede en el resto del planeta? Los tópicos tradicionales hablan de colonización, tercer mundo o países emergentes. Quizá esto sea insuficiente y deberíamos de indagar en la forma en la que los ciudadanos de dichos territorios han avanzado (o deberán avanzar) en sus sistemas de organización política para alcanzar niveles de progreso parecidos a los de otras partes del planeta.
En este sentido, evidentemente, nuestra primera mirada debía de ser a la península indostánica en donde viven más de 1.500 millones de personas, un buen porcentaje de la población del planeta. Y pare ello recurrimos a Pasaje a la India, una novela escrita hace un siglo y que por lo tanto refleja una etapa clave inmediatamente anterior a la independencia de los diversos países que habían conformado el Imperio de la India integrado en la corona británica.
La presencia británica en la India ya había sido significativa desde el siglo XVI, pero inicialmente se había limitado al establecimiento de colonias comerciales. Sólo a mediados del siglo XIX el poder inglés se consolida en el conjunto del continente bien de manera directa bien mediante alianzas con otros poderes locales.
Además, dicha consolidación se extiende a otros elementos diferentes al poder militar. Así a este se añade un sistema específico legal/judicial/policial, y conforme iban pasando las décadas, una serie de funciones destinadas a desarrollar los equipamientos y servicios del nuevo territorio. Cabe decir que este tipo de funciones no eran nada frecuentes en los poderes del antiguo régimen, ni dentro ni fuera de Europa. Sólo a partir del movimiento ilustrado y de las aportaciones de economistas como Adam Smith empieza a entenderse que ces cuestión del estado impulsar la educación, la sanidad, las obras públicas o la innovación para que se pueda desarrollar la "riqueza de las naciones". El nuevo tipo de Estado que así nace no tiene ningun nombre concreto, pero en el caso de España podríamos llamarlo "estado fomentador" recuperando el término que se dio a mediados del siglo pasado al Ministerio encargado de tales funciones y que entonces se extendía además de a las obras públicas al resto de cuestiones ante señaladas.
En el caso del Imperio de la India el mismo año de su fundación se crea la Universidad de Bombay (a la que sucederían muchas otras) y en las siguientes décadas se extiende una potente red ferroviaria, se se abordan importantes obras de regadío y comienza a funcionar un cierto sistema sanitario si bien mínimo en relación con las necesidades del país. Por otra parte, la apertura del canal de Suez supone un importante abaratamiento para las exportaciones desde India.
El desarrollo de todas estas funciones requiere una potente administración civil. Esta dimensión institucional del Estado materializa de alguna forma su estabilidad más allá de las fluctuaciones del poder. Por lo ya tuvo un papel en los primeros ejemplos que antes referíamos y por descontado se vió muy reforzada en el modelo de Estado francés posterior a la Revolución de 1798.
El relato de Forster se desarrollo en el ambiente de la Administración e la India en los años 20, en una etapa en la que esta ya tenía una dimensión muy importante como consecuencia del desarrollo que iban teniendo las funciones antes descritas. En sus niveles superiores estaba formada por británicos que se desplazaban desde las islas con sus familias durante toda amplios periodos de sus vidas. Pero poco a poco fue complememtandose con indios que en general provenían de las castas superiores y que habían recibido una solida formación tanto en las universidades del subcontinente como en las inglesas.
"Pasaje a la India" tiene el gran interés de describirnos minuciosamente la "capa de fricción" así formada en la que británicos y nativos de relacionan profesional y personalmente con independencia de sus diferentes religiones, costumbres sociales y, lo que es más importante, derechos civiles. Una situación que hemos visto muchas veces narrado como un cuento de "buenos" y "malos" enfrentados. Pero en nuestro caso estamos hablando de un muestra de la mejor literatura en la que se nos describe con toda riqueza de matices como una serie de personas, ya sean indios y británicos, responden ante este nuevo escenario con todas las complejidades del comportamiento humano.
A lo largo del relato vemos como en este ambiente se desarrollan las relaciones sociales, la amistad, el matrimonio o el desarrollo profesional. Sin duda con un nivel de civilización que nada tiene que ver con lo que se nos narraba en el siglo XIX en situaciones parecidas. Pero persistiendo pese a los esfuerzos de unos y de otros una gigantesca muralla entre indios y británicos.
Muralla que más que racial o religiosa se levantaba por la desigualdad de derechos civiles de británicos e indios y especialmente por el hecho de que los segundos carecían de la posibilidad de elegir a sus gobernantes y de asegurar sus opciones de progreso tanto en la vida pública como en la privada frente a la constante prevalencia de los británicos.
En el progreso de los Estados la igualdad de derechos entre los ciudadanos es un hito esencial pero que ha menudo se difiere durante generaciones. Los saguntinos adquirieron la ciudadanía romana doscientos años después de su incorporación a Roma, un plazo curiosamente parecido al que se llegó a la equiparación de derechos civiles en los Estados Unidos, mientras que las mujeres tardaron más de un siglo en obtener la capacidad de sufragio y los esclavos fueron liberados en un plazo solamente algo menor.
Pero ahora la situación era completamente distinta. Cierta capa de la población india tenía un alto nivel de formación y por otra parte conocía perfectamente las ventajas que suponía la libertad y la democracia de la que disfrutaban los ciudadanos británicos. Y la conocían no de según da mano sino por que habían convivido con ellos en las aulas de las universidades inglesas, en el desempeño de las labores profesionales o en relaciones de amistad muy profundas que entones (como vemos en la novela) no se ciñen a intercambio de mensajes rápidos sino a horas y horas de profundas conversaciones. Como en muchos otros momentos de nuestra historia, la formación y la difusión del conocimiento preceden al progreso de las sociedades.
El libro de Forster se escribe un par de décadas antes de la Independencia de la India. Por lo tanto estamos hablando de un testimonio excepcionalmente interesante en el que advertimos todo el clima que precedió a este importante hito y como cada más vez los indios perciben con una mayor claridad que la independencia es la solución tanto a la desigualdad de derechos como al desprecio con el que se sienten tratados por los ingleses.
Entre las razones para ello hay que recordar que estamos en una etapa de plena eclosión del nacionalismo y que pocos años antes de que se escribiera la novela el Imperio Austrohúngaro se había descompuesto creando una nube de micropaíses. Y un dato curioso que nos aporta la novela: la aparición del nacionalismo asiático. Para los indios de los años 20 el gran ejemplo era Japón, que en la última parte de la etapa Meijo había rechazado el internacionalismo emprendiendo una etapa nacionalista coronada con el éxito militar de la guerra ruso-japonesa en la que se había demostrado que los asiáticos podían aplastar al poder militar occidental. Sin duda entonces no se advertía aún como el nacionalismo como mecanismo de poder degenera rápidamente en el imperialismo, a veces extremadamente cruel como fue el caso de Japón, especialmente en su relación con China.
Ghandi será recordado sin duda como un gigante de la historia, capaz de que una parte nada muy importante de la población del planera diera el salto a ser la mayor democracia del mundo de forma pacífica. Con toda seguridad Forster construyó alguno de sus personajes a la vista de su figura (entonces ya muy conocida) y de sus colaboradores. De hecho el personaje de Amritao, un abogado nacionalista y combativo cuya fama ya se había extendido a toda la India es posible que se basara en él.
Pero esta grandeza no debe de obviar algun comentario que surge a raíz de la lectura de la novela de Forster. Ghandi proviene de una clase social muy parecida a la de los indios descritos en ella. Con indepenencia de estuviera fuertemente influido por el hinduismo fue hijo del "primer ministro" que ejerció sus funciones en un pequeño estado bajo la tutela de la administración colonial, formado en las universidades británicas (tanto en la India como en las islas). La historia nacionalista nos habla de un "indio", imagen además refrendada por la que el propio Ghandi adoptó en una buena parte de su vida. Pero para nada Ghandi era el indio "medio" o "típico" sino que representaba a los ciudadanos indo-británicos integrados en la "capa de fricción" descrita por Forster tan magistralmente.
Debajo de ellos estaban las decenas y decenas de millones de personas integradas en las castas inferiores que, como leemos en la novela en una frase tan corta como contundente, les daba igual quien gobernara. Las castas inferiores habían vivido bajo el dominio de los señores indios durante siglos y siglos, siempre en la delgada línea entre el hambre y la miseria absoluta ajenos a cualquier tipo de progreso y no esperaban nada de que se produjera un nuevo cambio de "dueño" del país, volviendo a las manos de las élites locales después de la etapa inglesa, de la misma forma que había pasado tras la la etapa de los emperadores mogoles, de la islámica o mucho antes de los griegos alejandrinos en la cuenca del Indo.
Y tampoco les importaba para nada a los marajás y los grandes terratenientes y comerciantes indios que, como vemos en la novela, se sentían especialmente cómodos bajo la estabilidad y el control que ejercían los ingleses y que les permitía proseguir en su ciclo de acumulación de riqueza.
Desde la etapa descrita en el libro hasta la independencia Ghandi y el movimiento nacionalista supo arrastrar detrás de ellos tanto a unos como a los otros: a las castas más bajas y a las élites tradicionales. Pero se hizo a través de los procedimientos pacíficos de resolución de conflictos que ya se habían venido desarrollando desde hace décadas y que vemos en el libro de Forster que nos habla a raíz de la anécdota en la que se basa de injusticia, reflexión, rectificación, magnanimidad, diálogo, voluntad de que la amistad trascienda los ideales y las razas y enfrentamientos que pueden ser muy contundentes pero que no llegan nunca a la violencia.
Siete décadas después de la independencia, la sociedad india sigue siendo una de las más estratificadas del planeta, centenares de millones de personas siguen ancladas en la miseria y la corrupción invade muchas de las esferas de la actividad pública. Pero el Estado Indio ha logrado estabilizar la mayor democracia del planeta durante un largo periodo de paz y progreso que ha permitido que ahora sea una de las 10 grandes potencias del planeta. Y que por otra parte suceda lo que nunca habría previsto Forster: que la industria siderurgica europea, seña de identidad de la revolución industrial, esté en manos indias, como lo están alguna de las industrias de automoción más avanzadas del planeta. A la vez que decenas de millones de profesionales altamente formados se han convertido en la espina dorsal de muchas tecnológicas dentro y fuera del país.
Pero el Estado Indio no arranca para nada con la independencia del país. La creación en 1857 del Imperio de la India supuso un gigantesco proceso de unificación interna (leyes comunes, unidad arancelaria, monetaria y jurídica, redes de transportes..), traslación de conocimientos y formas modernas de estructuración política entre las que estaban la libertad y la democracia. Y dentro de esta dinámica la "capa de fricción" en la que se desarrolla "Pasaje a la India" nace como una necesidad del propio Estado pero a la vez como germen de un sistema que permite aunar las mejores esencias ancestrales del pais con la modernidad. En este "modelo mixto" vemos incluso la reproducción de la dinastía inglesa en una nueva dinastía civil (los llamados Ghandi) capaces de ser un símbolo que una al pais y que traslade la noción de Estado incluso a las capas más incultas y desfavorecidas.
Añadamos una anécdota: la música de Freddie Mercury es considerada como excepcional por muchos de los ciudadanos del planeta. Para algunos un "inglés universal", pero realmente fue hijo de una familia de la "parte india" de la "capa de fricción" descrita por Forster. Quizá detrás de las razones de esa excepcionalidad está en la capacidad de sintetizar los mejores valores cuando se ponen en contacto culturas diferentes como pasó en la India en los periodos que nos relata la novela.
No acaban con esto las conclusiones que podemos sacar del testimonio de "pasaje a la India". Uno de sus principales personajes es Aziz, un médico indio que trabaja en un Hospital de la administración británica y que es de religión musulmana. Quizá hoy en día algunos hubieran descrito a Aziz meramente como un musulman. Es especialmente desalentador como a principios del siglo XXI seguimos definiendo a más de 1.000 millones de habitantes de este planeta por la religión que dicen profesar, y especialmente cuando esa definición la hacen pensadores, historiadores o políticos ateos. La riqueza del personaje de Forster es el mejor antídoto contra tal estupidez y por lo tanto sería bueno que fuera leída por todos. Aziz es uno de nosotros: contradictorio, dubitativo, partidario de hacer de la amistad el valor fundamental de la relación social, consciente de los problemas de su sociedad, con aspiraciones profesionales y económicas, solidario y a la vez que rebelde incapaz de evitar el desprecio por los inferiores y por descontado incapaz de usar la violencia contra sus adversarios. Y además de todo ello un creyente más bien desalentado que maneja el islam fundamentalmente para recorar el "pasado esplendor de Córdoba y Samarcanda". Esa visión "lateral" de la religión no es muy distinta que la que tenían entonces ingleses, hindúes o budistas y por lo tanto la religión no aparece como un factor determinante de todo lo que se relata en la novela.
Al contrario, a lo largo de la obra vemos como en Aziz el problema de la desigualdad de derechos cada vez tiene mayor relevancia frente a las diferencias religiosas con otros indios y que por lo tanto lo primordial era mantener la unidad frente al régimen británico. El éxito del Estado Indio obedece en buena parte de ello. Cierto es que de vez en cuando alguna absurda matanza nos recuerda el conflicto entre algunas sectas, pero en general se logró superponer la estructura estatal a la religiosa, exactamente igual que sucedió en los dos grandes estados de la antiguedad que antes mencionábamos y en los que se derivaron de la revolución francesa y norteamericana.
Pero este éxito no fue completo. La alianza entre los poderes tradicionales y la jerarquía religiosa musulmana hizo convenció al final Inglaterra a aceptar un segundo pais definido por sus creencias religiosas. Si el tema fuera gracioso diríamos que recurriendo más a las políticas de Enrique VIII que a su actual constitucionalismo. Por descontado Pakistán surge por lo tanto como un Estado artificial como demuestra su rápida partición en dos países diferentes y el que ninguno de los dos haya podido encontrar una senda estable de estabilidad y democracia.
Supuso además el pésimo precedente de volver a conferir a la religión un carácter de falsa estabalidad en el que por descontado la libertad religiosa no era un pilar esencial de los derechos de los ciudadanos. De esta forma la presencia occidental en oriente medio que en la época en la que se escribe el libro estaba comenzando a estructurarse queda herida de muerte, dando lugar a una zona cuya inestabilidad sigue siendo ahora uno de los grandes problemas del planeta.
Una última reflexión acerca del progreso económico. La presencia británica convirtió a la India en un espacio económico único tanto desde el punto de vista legal como de facilidades de transporte, dotándolo además de capacidad de exportación hacia otros mercados mundiales.
La versión de la historia tópica concluye rápidamente este debate acudiendo a su zona de confort: el principio de que el capitalismo esquilma los recursos de los países del tercer mundo generando su pobreza. El poder británico, como cualquier otro poder, fue expansivo y persiguió, por lo tanto, maximizar su riqueza. Pero esta es una verdad cuasi-antropológica que deriva no del adjetivo británico sino del sustantivo poder. Y en este sentido se comporta de forma idéntica al poder de los marajás indios o de los maoistas chinos.
Por descontado las inversiones británicas en la India perseguían el beneficio propio pero eso no lleva a un análisis moral sino a las formulas de difusión del progreso. Y en ese sentido es cierto que algunos defienden que ese camino debe de ser un camino propio, atravesando de manera independiente todos los pasos necesarios que en su día ya dieron otras zonas más avanzadas. Es posible que así sea, pero quizá la comparación de la situación de la India respecto a otras realidades del planeta nos indica que la difusión de los valores más avanzados en otros territorios y su combinación con los valores locales puede ser también una vía exitosa.
Ciertamente lo que requiere una explicación adicional es la de la "solidaridad entre las naciones", "entre las civilizaciones" o "entre los pueblos" un término que para nada asegura la "solidaridad entre las personas" ya que como hemos visto en muchas ocasiones las naciones débiles (desestructuradas, sin un sistema efectivo de defensa del derecho de sus ciudadanos o que sean una mera ficción de traslado del poder religioso) llevan a que la desigualdad entre sus habitantes crezca y que, en todo caso, no prosperen valores tales como la libertad y la democracia. El caso Indio pone de manifiesto que la existencia de un estado potente es un requisito previo para el desarrollo integral de las sociedades.
Un último comentario sobre la cuestión del racismo. En el libro de Forster vemos la actitud racista de la colonia inglesa respecto a los indios (y de estos entre sí en función de la casta). Cierto es que el avance de los derechos civiles es un paso gigantesco hacia la eliminación del racismo, pero muchas veces no sirven para llegar a áreas que siguen estando fuera de su ámbito como pueden ser las relaciones personales o la creación de familias mixtas. La integración social es un paso más en el desarrollo de los Estados. Los edetanos acabaron siendo romanos, y hoy hablamos de chinos lo que en su día fue un abanico ingente de pueblos. Pero para ello tuvieron que sucederse generaciones y generaciones compartiendo estado y opciones de progreso personal.
Algunos de los personajes de Forster intentan dar pasos hacia la integración social e incluso la administración propicia iniciativas curiosas como el "Party Bridge" (Bridge como puente social), pero con escaso éxito. Cien años después, en el campus de Goggle en el condado de San José veremos a una gran cantidad de indios que han tenido acceso a un nivel de formación y retribuciones muy elevado. Pero suelen sentarse juntándose entre ellos a comer, como lo hacen los chinos o los escandinavos. Sin duda es un proceso largo que exige nuevos esfuerzos por parte de todos.
Este segundo elemento, a menudo olvidado, es esencial, ya que es la que los hace realmente efectivo. Por lo tanto, lo tanto un sistema judicial-policial es esencial para su protección frente a otros ciudadanos y al poder, de la misma forma que lo es la defensa exterior.
En muchos caso los derechos de los ciudadanos de los primeros "proto-estados" estuvieron a punto de desaparecer por la amenaza exterior. La batalla de las Termópilas evidencia que pese la existencia de un sistema de alianzas y la heroicidad de los griegos su sistema de "ciudades-estado" era frágil y vulnerable.
Realmente, sólo cuando los estados son fuertes pueden asegurar su defensa. Ese avance se produce al final del siglo II a.de c. curiosamente de forma casi simultanea en en oriente, con el nacimiento del Estado Chino y en las riberas del Mediterráneo con la consolidación de Roma como gran potencia tras la derrota de su principal enemigo en el control de dicho mar. El primero permanece aún en nuestros días, mientras que el Estado Romano si bien desapareció se sucedió con la creación de una pléyade de estados tanto en Europa con el resto de continentes que hoy conocemos como Occidente.
En el conjunto del sistema así formado vive del orden de la mitad de la población del planeta, y mediante dos caminos muy distintos se puede considerar un éxito en el progreso de la humanidad tanto en términos ecológicos (crecimiento poblacional, esperanza de vida....) como de desarrollo integral de sus integrantes. Y ello con independencia de que aún sigan sin resolver muchas cuestiones referentes a las libertades públicas, la democracia o la profundización de determinados derechos.
¿Y que sucede en el resto del planeta? Los tópicos tradicionales hablan de colonización, tercer mundo o países emergentes. Quizá esto sea insuficiente y deberíamos de indagar en la forma en la que los ciudadanos de dichos territorios han avanzado (o deberán avanzar) en sus sistemas de organización política para alcanzar niveles de progreso parecidos a los de otras partes del planeta.
En este sentido, evidentemente, nuestra primera mirada debía de ser a la península indostánica en donde viven más de 1.500 millones de personas, un buen porcentaje de la población del planeta. Y pare ello recurrimos a Pasaje a la India, una novela escrita hace un siglo y que por lo tanto refleja una etapa clave inmediatamente anterior a la independencia de los diversos países que habían conformado el Imperio de la India integrado en la corona británica.
La presencia británica en la India ya había sido significativa desde el siglo XVI, pero inicialmente se había limitado al establecimiento de colonias comerciales. Sólo a mediados del siglo XIX el poder inglés se consolida en el conjunto del continente bien de manera directa bien mediante alianzas con otros poderes locales.
Además, dicha consolidación se extiende a otros elementos diferentes al poder militar. Así a este se añade un sistema específico legal/judicial/policial, y conforme iban pasando las décadas, una serie de funciones destinadas a desarrollar los equipamientos y servicios del nuevo territorio. Cabe decir que este tipo de funciones no eran nada frecuentes en los poderes del antiguo régimen, ni dentro ni fuera de Europa. Sólo a partir del movimiento ilustrado y de las aportaciones de economistas como Adam Smith empieza a entenderse que ces cuestión del estado impulsar la educación, la sanidad, las obras públicas o la innovación para que se pueda desarrollar la "riqueza de las naciones". El nuevo tipo de Estado que así nace no tiene ningun nombre concreto, pero en el caso de España podríamos llamarlo "estado fomentador" recuperando el término que se dio a mediados del siglo pasado al Ministerio encargado de tales funciones y que entonces se extendía además de a las obras públicas al resto de cuestiones ante señaladas.
En el caso del Imperio de la India el mismo año de su fundación se crea la Universidad de Bombay (a la que sucederían muchas otras) y en las siguientes décadas se extiende una potente red ferroviaria, se se abordan importantes obras de regadío y comienza a funcionar un cierto sistema sanitario si bien mínimo en relación con las necesidades del país. Por otra parte, la apertura del canal de Suez supone un importante abaratamiento para las exportaciones desde India.
El desarrollo de todas estas funciones requiere una potente administración civil. Esta dimensión institucional del Estado materializa de alguna forma su estabilidad más allá de las fluctuaciones del poder. Por lo ya tuvo un papel en los primeros ejemplos que antes referíamos y por descontado se vió muy reforzada en el modelo de Estado francés posterior a la Revolución de 1798.
El relato de Forster se desarrollo en el ambiente de la Administración e la India en los años 20, en una etapa en la que esta ya tenía una dimensión muy importante como consecuencia del desarrollo que iban teniendo las funciones antes descritas. En sus niveles superiores estaba formada por británicos que se desplazaban desde las islas con sus familias durante toda amplios periodos de sus vidas. Pero poco a poco fue complememtandose con indios que en general provenían de las castas superiores y que habían recibido una solida formación tanto en las universidades del subcontinente como en las inglesas.
"Pasaje a la India" tiene el gran interés de describirnos minuciosamente la "capa de fricción" así formada en la que británicos y nativos de relacionan profesional y personalmente con independencia de sus diferentes religiones, costumbres sociales y, lo que es más importante, derechos civiles. Una situación que hemos visto muchas veces narrado como un cuento de "buenos" y "malos" enfrentados. Pero en nuestro caso estamos hablando de un muestra de la mejor literatura en la que se nos describe con toda riqueza de matices como una serie de personas, ya sean indios y británicos, responden ante este nuevo escenario con todas las complejidades del comportamiento humano.
A lo largo del relato vemos como en este ambiente se desarrollan las relaciones sociales, la amistad, el matrimonio o el desarrollo profesional. Sin duda con un nivel de civilización que nada tiene que ver con lo que se nos narraba en el siglo XIX en situaciones parecidas. Pero persistiendo pese a los esfuerzos de unos y de otros una gigantesca muralla entre indios y británicos.
Muralla que más que racial o religiosa se levantaba por la desigualdad de derechos civiles de británicos e indios y especialmente por el hecho de que los segundos carecían de la posibilidad de elegir a sus gobernantes y de asegurar sus opciones de progreso tanto en la vida pública como en la privada frente a la constante prevalencia de los británicos.
En el progreso de los Estados la igualdad de derechos entre los ciudadanos es un hito esencial pero que ha menudo se difiere durante generaciones. Los saguntinos adquirieron la ciudadanía romana doscientos años después de su incorporación a Roma, un plazo curiosamente parecido al que se llegó a la equiparación de derechos civiles en los Estados Unidos, mientras que las mujeres tardaron más de un siglo en obtener la capacidad de sufragio y los esclavos fueron liberados en un plazo solamente algo menor.
Pero ahora la situación era completamente distinta. Cierta capa de la población india tenía un alto nivel de formación y por otra parte conocía perfectamente las ventajas que suponía la libertad y la democracia de la que disfrutaban los ciudadanos británicos. Y la conocían no de según da mano sino por que habían convivido con ellos en las aulas de las universidades inglesas, en el desempeño de las labores profesionales o en relaciones de amistad muy profundas que entones (como vemos en la novela) no se ciñen a intercambio de mensajes rápidos sino a horas y horas de profundas conversaciones. Como en muchos otros momentos de nuestra historia, la formación y la difusión del conocimiento preceden al progreso de las sociedades.
El libro de Forster se escribe un par de décadas antes de la Independencia de la India. Por lo tanto estamos hablando de un testimonio excepcionalmente interesante en el que advertimos todo el clima que precedió a este importante hito y como cada más vez los indios perciben con una mayor claridad que la independencia es la solución tanto a la desigualdad de derechos como al desprecio con el que se sienten tratados por los ingleses.
Entre las razones para ello hay que recordar que estamos en una etapa de plena eclosión del nacionalismo y que pocos años antes de que se escribiera la novela el Imperio Austrohúngaro se había descompuesto creando una nube de micropaíses. Y un dato curioso que nos aporta la novela: la aparición del nacionalismo asiático. Para los indios de los años 20 el gran ejemplo era Japón, que en la última parte de la etapa Meijo había rechazado el internacionalismo emprendiendo una etapa nacionalista coronada con el éxito militar de la guerra ruso-japonesa en la que se había demostrado que los asiáticos podían aplastar al poder militar occidental. Sin duda entonces no se advertía aún como el nacionalismo como mecanismo de poder degenera rápidamente en el imperialismo, a veces extremadamente cruel como fue el caso de Japón, especialmente en su relación con China.
Ghandi será recordado sin duda como un gigante de la historia, capaz de que una parte nada muy importante de la población del planera diera el salto a ser la mayor democracia del mundo de forma pacífica. Con toda seguridad Forster construyó alguno de sus personajes a la vista de su figura (entonces ya muy conocida) y de sus colaboradores. De hecho el personaje de Amritao, un abogado nacionalista y combativo cuya fama ya se había extendido a toda la India es posible que se basara en él.
Pero esta grandeza no debe de obviar algun comentario que surge a raíz de la lectura de la novela de Forster. Ghandi proviene de una clase social muy parecida a la de los indios descritos en ella. Con indepenencia de estuviera fuertemente influido por el hinduismo fue hijo del "primer ministro" que ejerció sus funciones en un pequeño estado bajo la tutela de la administración colonial, formado en las universidades británicas (tanto en la India como en las islas). La historia nacionalista nos habla de un "indio", imagen además refrendada por la que el propio Ghandi adoptó en una buena parte de su vida. Pero para nada Ghandi era el indio "medio" o "típico" sino que representaba a los ciudadanos indo-británicos integrados en la "capa de fricción" descrita por Forster tan magistralmente.
Debajo de ellos estaban las decenas y decenas de millones de personas integradas en las castas inferiores que, como leemos en la novela en una frase tan corta como contundente, les daba igual quien gobernara. Las castas inferiores habían vivido bajo el dominio de los señores indios durante siglos y siglos, siempre en la delgada línea entre el hambre y la miseria absoluta ajenos a cualquier tipo de progreso y no esperaban nada de que se produjera un nuevo cambio de "dueño" del país, volviendo a las manos de las élites locales después de la etapa inglesa, de la misma forma que había pasado tras la la etapa de los emperadores mogoles, de la islámica o mucho antes de los griegos alejandrinos en la cuenca del Indo.
Y tampoco les importaba para nada a los marajás y los grandes terratenientes y comerciantes indios que, como vemos en la novela, se sentían especialmente cómodos bajo la estabilidad y el control que ejercían los ingleses y que les permitía proseguir en su ciclo de acumulación de riqueza.
Desde la etapa descrita en el libro hasta la independencia Ghandi y el movimiento nacionalista supo arrastrar detrás de ellos tanto a unos como a los otros: a las castas más bajas y a las élites tradicionales. Pero se hizo a través de los procedimientos pacíficos de resolución de conflictos que ya se habían venido desarrollando desde hace décadas y que vemos en el libro de Forster que nos habla a raíz de la anécdota en la que se basa de injusticia, reflexión, rectificación, magnanimidad, diálogo, voluntad de que la amistad trascienda los ideales y las razas y enfrentamientos que pueden ser muy contundentes pero que no llegan nunca a la violencia.
Siete décadas después de la independencia, la sociedad india sigue siendo una de las más estratificadas del planeta, centenares de millones de personas siguen ancladas en la miseria y la corrupción invade muchas de las esferas de la actividad pública. Pero el Estado Indio ha logrado estabilizar la mayor democracia del planeta durante un largo periodo de paz y progreso que ha permitido que ahora sea una de las 10 grandes potencias del planeta. Y que por otra parte suceda lo que nunca habría previsto Forster: que la industria siderurgica europea, seña de identidad de la revolución industrial, esté en manos indias, como lo están alguna de las industrias de automoción más avanzadas del planeta. A la vez que decenas de millones de profesionales altamente formados se han convertido en la espina dorsal de muchas tecnológicas dentro y fuera del país.
Pero el Estado Indio no arranca para nada con la independencia del país. La creación en 1857 del Imperio de la India supuso un gigantesco proceso de unificación interna (leyes comunes, unidad arancelaria, monetaria y jurídica, redes de transportes..), traslación de conocimientos y formas modernas de estructuración política entre las que estaban la libertad y la democracia. Y dentro de esta dinámica la "capa de fricción" en la que se desarrolla "Pasaje a la India" nace como una necesidad del propio Estado pero a la vez como germen de un sistema que permite aunar las mejores esencias ancestrales del pais con la modernidad. En este "modelo mixto" vemos incluso la reproducción de la dinastía inglesa en una nueva dinastía civil (los llamados Ghandi) capaces de ser un símbolo que una al pais y que traslade la noción de Estado incluso a las capas más incultas y desfavorecidas.
Añadamos una anécdota: la música de Freddie Mercury es considerada como excepcional por muchos de los ciudadanos del planeta. Para algunos un "inglés universal", pero realmente fue hijo de una familia de la "parte india" de la "capa de fricción" descrita por Forster. Quizá detrás de las razones de esa excepcionalidad está en la capacidad de sintetizar los mejores valores cuando se ponen en contacto culturas diferentes como pasó en la India en los periodos que nos relata la novela.
No acaban con esto las conclusiones que podemos sacar del testimonio de "pasaje a la India". Uno de sus principales personajes es Aziz, un médico indio que trabaja en un Hospital de la administración británica y que es de religión musulmana. Quizá hoy en día algunos hubieran descrito a Aziz meramente como un musulman. Es especialmente desalentador como a principios del siglo XXI seguimos definiendo a más de 1.000 millones de habitantes de este planeta por la religión que dicen profesar, y especialmente cuando esa definición la hacen pensadores, historiadores o políticos ateos. La riqueza del personaje de Forster es el mejor antídoto contra tal estupidez y por lo tanto sería bueno que fuera leída por todos. Aziz es uno de nosotros: contradictorio, dubitativo, partidario de hacer de la amistad el valor fundamental de la relación social, consciente de los problemas de su sociedad, con aspiraciones profesionales y económicas, solidario y a la vez que rebelde incapaz de evitar el desprecio por los inferiores y por descontado incapaz de usar la violencia contra sus adversarios. Y además de todo ello un creyente más bien desalentado que maneja el islam fundamentalmente para recorar el "pasado esplendor de Córdoba y Samarcanda". Esa visión "lateral" de la religión no es muy distinta que la que tenían entonces ingleses, hindúes o budistas y por lo tanto la religión no aparece como un factor determinante de todo lo que se relata en la novela.
Al contrario, a lo largo de la obra vemos como en Aziz el problema de la desigualdad de derechos cada vez tiene mayor relevancia frente a las diferencias religiosas con otros indios y que por lo tanto lo primordial era mantener la unidad frente al régimen británico. El éxito del Estado Indio obedece en buena parte de ello. Cierto es que de vez en cuando alguna absurda matanza nos recuerda el conflicto entre algunas sectas, pero en general se logró superponer la estructura estatal a la religiosa, exactamente igual que sucedió en los dos grandes estados de la antiguedad que antes mencionábamos y en los que se derivaron de la revolución francesa y norteamericana.
Pero este éxito no fue completo. La alianza entre los poderes tradicionales y la jerarquía religiosa musulmana hizo convenció al final Inglaterra a aceptar un segundo pais definido por sus creencias religiosas. Si el tema fuera gracioso diríamos que recurriendo más a las políticas de Enrique VIII que a su actual constitucionalismo. Por descontado Pakistán surge por lo tanto como un Estado artificial como demuestra su rápida partición en dos países diferentes y el que ninguno de los dos haya podido encontrar una senda estable de estabilidad y democracia.
Supuso además el pésimo precedente de volver a conferir a la religión un carácter de falsa estabalidad en el que por descontado la libertad religiosa no era un pilar esencial de los derechos de los ciudadanos. De esta forma la presencia occidental en oriente medio que en la época en la que se escribe el libro estaba comenzando a estructurarse queda herida de muerte, dando lugar a una zona cuya inestabilidad sigue siendo ahora uno de los grandes problemas del planeta.
Una última reflexión acerca del progreso económico. La presencia británica convirtió a la India en un espacio económico único tanto desde el punto de vista legal como de facilidades de transporte, dotándolo además de capacidad de exportación hacia otros mercados mundiales.
La versión de la historia tópica concluye rápidamente este debate acudiendo a su zona de confort: el principio de que el capitalismo esquilma los recursos de los países del tercer mundo generando su pobreza. El poder británico, como cualquier otro poder, fue expansivo y persiguió, por lo tanto, maximizar su riqueza. Pero esta es una verdad cuasi-antropológica que deriva no del adjetivo británico sino del sustantivo poder. Y en este sentido se comporta de forma idéntica al poder de los marajás indios o de los maoistas chinos.
Por descontado las inversiones británicas en la India perseguían el beneficio propio pero eso no lleva a un análisis moral sino a las formulas de difusión del progreso. Y en ese sentido es cierto que algunos defienden que ese camino debe de ser un camino propio, atravesando de manera independiente todos los pasos necesarios que en su día ya dieron otras zonas más avanzadas. Es posible que así sea, pero quizá la comparación de la situación de la India respecto a otras realidades del planeta nos indica que la difusión de los valores más avanzados en otros territorios y su combinación con los valores locales puede ser también una vía exitosa.
Ciertamente lo que requiere una explicación adicional es la de la "solidaridad entre las naciones", "entre las civilizaciones" o "entre los pueblos" un término que para nada asegura la "solidaridad entre las personas" ya que como hemos visto en muchas ocasiones las naciones débiles (desestructuradas, sin un sistema efectivo de defensa del derecho de sus ciudadanos o que sean una mera ficción de traslado del poder religioso) llevan a que la desigualdad entre sus habitantes crezca y que, en todo caso, no prosperen valores tales como la libertad y la democracia. El caso Indio pone de manifiesto que la existencia de un estado potente es un requisito previo para el desarrollo integral de las sociedades.
Un último comentario sobre la cuestión del racismo. En el libro de Forster vemos la actitud racista de la colonia inglesa respecto a los indios (y de estos entre sí en función de la casta). Cierto es que el avance de los derechos civiles es un paso gigantesco hacia la eliminación del racismo, pero muchas veces no sirven para llegar a áreas que siguen estando fuera de su ámbito como pueden ser las relaciones personales o la creación de familias mixtas. La integración social es un paso más en el desarrollo de los Estados. Los edetanos acabaron siendo romanos, y hoy hablamos de chinos lo que en su día fue un abanico ingente de pueblos. Pero para ello tuvieron que sucederse generaciones y generaciones compartiendo estado y opciones de progreso personal.
Algunos de los personajes de Forster intentan dar pasos hacia la integración social e incluso la administración propicia iniciativas curiosas como el "Party Bridge" (Bridge como puente social), pero con escaso éxito. Cien años después, en el campus de Goggle en el condado de San José veremos a una gran cantidad de indios que han tenido acceso a un nivel de formación y retribuciones muy elevado. Pero suelen sentarse juntándose entre ellos a comer, como lo hacen los chinos o los escandinavos. Sin duda es un proceso largo que exige nuevos esfuerzos por parte de todos.
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